lunes, mayo 14, 2007

Como los valores dan forma al progreso humano



Los símbolos que presentamos en esta nota tienen de seguro un montón de significados en disciplinas y contextos diferentes. Desde la Masonería, en un primer aspecto, se los consideran como herramientas que ayudan en el progreso personal. Por lo tanto, defino los símbolos presentes en términos puramente subjetivos como los valores, actitudes, orientaciones que prevalecen entre las personas. En la presente nota exploraremos la forma en que estos símbolos con esos sentidos subjetivos afectan el alcance y la manera en que los hombres consiguen o no lograr un progreso humano.

El esfuerzo permanente y constante consigue que poco a poco se produzcan modificaciones en nosotros; este esfuerzo, difícil de mantener, se ve distraído por los ruidos ambientales y cualquier ocasión es buena para cesar en el empeño; otras veces uno mismo cede ante el tedio y busca la justificación necesaria para dejar de hacer el esfuerzo.

La decisión firme de desbastar la piedra bruta, no es suficiente y el trabajo constante y permanente tampoco. Es necesario, previamente, conocer la morfología y cristalización de la piedra, sus posibilidades, sus límites y sus características. Ver en su irregularidad la mejor forma cúbica posible, con el fin de no despreciar ninguna partícula útil. Intuir lo prodigioso que contiene, para rescatarlo y ofrecerlo a la vista.

Es preciso conocer su composición y dureza para poder determinar previamente por donde y como comenzar a desbastar, porque el cincel cuando recibe el impulso del mazo, si no se utiliza con habilidad puede herir la piedra y dividirla en mil pedazos. Es preciso conocer el interior profundo del "yo", a veces solamente para conocer cuales son las limitaciones y cuales las potencialidades, ya que el proceso de cubicación, (rectificación), no se acaba nunca; siempre hay un plano que podría aproximarse mas a su perfección geométrica.

La Geometría exacta y perfecta existe en todo el universo, nosotros somos reflejo de esa obra a la que aspiramos sin alcanzarla plenamente. Esta realidad no ha de frustrarnos, tampoco podemos abrumarnos ante la ingente tarea, porque cada momento que pasa nos aproxima a esa realidad perfecta. Para tomar conciencia de ello nos ha sido entregada una regla con veinticuatro pulgadas. Asombrosa herramienta que mide todo lo dimensionable.

Este trabajo ya iniciado, avanza con lentitud: es un trabajo delicado, requiere primero de una limpieza general de todas las adherencias y prejuicios culturales con los que nos arropamos para sobrevivir; hay que eliminar subterfugios, en los que nos escondemos con el fin de no mostrar nuestra verdadera realidad; unas veces es timidez otras cobardía, pero siempre nos protegemos ocultándonos o disfrazándonos con nuestras mejores galas culturales.

Huimos del "yo profundo" quizás porque no queremos conocerlo, nos asusta lo que somos. Pero llegado el momento, tenemos que comprender que estamos en un proceso voluntario al que nos hemos comprometido y del que nos han aceptado, ayudándonos en este camino de perfeccionamiento personal.

Todas las piedras no van a alcanzar la misma cubicación pero todas son importantes y necesarias para la perfección de la construcción a la que estamos comprometidos. Tan importante es la piedra angular del arco como cualquier otra, para existir en su unidad y sentido. Y que decir tiene, la importancia que adquiere cualquier piedra anónima soterrada en los cimientos, ¿podría existir la bella piedra labrada, y lucir en su justo lugar sin el apoyo de esta compañera?

No podemos comparar en importancia, cada piedra en si encierra su propio valor y todas colaboran en la grandeza de la construcción. ¿Acaso no hay belleza en la decisión de permanecer en otro sitio que no sea el angular, para hacer destacar el agraciado trabajo tallado por los demás? Si no entendemos la grandeza del todo, en cada una de sus partes, no entenderemos la importancia que cada unos tenemos en la construcción de la obra.

Las dos herramientas, mallete y cincel, deben de trabajar sincronizadamente, el primero impulsa al segundo de tal manera que esta dualidad es inseparable, ya que, separadamente es inefectiva en nuestro trabajo de cubicación: necesitamos de la armonía de las dos, para que el efecto sea óptimo. Cada persona, cuando tiene presente estos dos símbolos, en su intimidad, anticipa sin quererlo uno de ellos; hay quien adolece de constancia y perseverancia dando mayor significación a la agudeza del cincel, quizás esta predilección responda a lo que cada uno valora más; pero cada uno puede compensar sus propias debilidades, a partir de sus fortalezas. Por ejemplo el cincel del hermano es poco agudo y afilado, pero su constancia hará que trabaje sin cesar hasta obtener lo que busca. Pero, ¿porque se valora más la agudeza y el ingenio a la constancia? cuando sabemos que los mejores trabajos son los más bruñidos y esto solo se consigue con insistencia y perseverancia.

El ritmo armónico y acompasado de fuerzas que desde el mallete se desplaza con ingenio y a través del cincel a la piedra bruta se ha de mantener en todas las esferas de la vida.. Una vez iniciado el camino, no cabe la marcha atrás, solo el trabajo medido y calculado con la regla nos llevará al éxito en nuestra empresa. Éxito que comienza a manifestarse a través de la verdadera alegría: la alegría interior experimentada cuando sentimos las pequeñas transformaciones de nuestra identidad; alegría que fluye hacia el exterior e inunda a los que nos rodean.

De las tres herramientas, la regla de veinticuatro pulgadas, en mi opinión, es el símbolo mas versátil; sus significados siempre refieren aspectos comparativos: partimos de unas referencias y las aplicamos sobre el objeto para poder apreciar las diferencias por defecto o por exceso; se abordan aspectos cuantitativos y cualitativos, pero sobre todo nos ayuda para conocer en que situación nos encontramos, hasta donde hemos avanzado en nuestro trabajo y como lo estamos desarrollando.

De todos los significados el mas recurrente, en mi pensamiento, es el de regla como medición de las veinticuatro horas que tiene el día. Su imagen es un aliciente para la organización del trabajo y del descanso. Ante la visión de la regla se comprende la totalidad del día y sus posibilidades, para obtener un buen rendimiento. Es un complemento del Mallete y del Cincel, los tres activados adecuadamente son fundamentales en el perfeccionamiento personal.

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