domingo, febrero 19, 2006

LOS CUATRO CORONADOS

La tradición de los constructores de San Juan refiere que su origen en el arte y el oficio de la construcción se debe a una especial iniciación auspiciada por Jesús. Como Gran Maestro, Jesús fue iniciador de una conducta nueva, luminosa y consciente que enseñó con su ejemplo de vida armónica, amorosa y servicial y legó para que cada persona pueda asumir el rol de su reformador y liberarse del sistema de vida oscuro, temeroso e inconsciente del que dependen y al que están sujetos desde aquella época.

Entre las fuentes orales del desarrollo del arte y filosofía de los Constructores, se encuentra la historia de los cuatro mártires coronados, artesanos que trabajaban sobre la piedra y que en la época del Emperador Diocleciano padecieron prisión, tortura y muerte, por mantenerse fieles a sus ideales espirituales y por defender su divino privilegio de pensar.

Diócleciano fue emperador romano desde el año 284 al 305 d.C. y reorganizó el Impero de acuerdo al sistema jerárquico llamado tetrarquía. Fue en esa época que Claudio, Nicóstrato, Sinforiano y Castorio[1] , cristianos gnósticos y destacados operarios en las canteras de Panonia,[2] fueron convocados por el Emperador, quien deseaba que le hicieran una estatua que se venerara en su honor.

Diócleciano supo que eran los mejores obreros, buenos como artesanos, escultores e imagineros. En aquel tiempo habían muchos monumentos construidos especialmente bellos e impresionantes para desviar al pueblo de la práctica de la ley de Oro que enseñó Jesús.

Los cuatro artesanos permanecieron firmes en su visión gnóstica de Cristo, pues lo amaban bien y eran fieles a sus enseñanzas. Habían volcado sus vidas al servicio y al amor. Ellos se negaron a erigir la estatua como ídolo y más aún a aceptarlo como Dios. Por muchos que pudieran ser los beneficios a conseguir del Emperador ellos rechazaron su oferta de construcción. Diocleciano sin demora los hizo detener y los encerró en una profunda cárcel. Mandó castigarlos cruelmente y los cuatro coronados, en la gracia de Cristo, soportaban el castigo cruel y se regocijaban de su férrea voluntad de perseverancia en el camino del discipulado. Viendo entonces el Emperador que nada podía hacerles cambiar de opinión, ordenó que los mataran encerrándolos vivos en ataúdes de plomo y lanzándolos al río. La condena se cumplió el 8 de noviembre del año 287. Un hermano constructor recogió y escondió los restos de los cuatro coronados en su propia casa a pesar del riesgo que ello implicaba. Oficialmente sus restos descansan en la iglesia de los Santos Coronados, en Roma.

Los constructores integrantes del Collegia Fabrorum[3] ocupaban la retaguardia de los ejércitos romanos que, a su paso, destruían todo lo existente. La acción de conquista del Imperio se extendió por toda Europa, Asia y el norte de África. La misión de los constructores era reconstruir lo que los soldados destruían. Por la costumbre de los constructores, marchar con los soldados, la versión católica de los mártires los asocia como mili-tares para silenciar su gnosticismo.

Se sabe que en el seno de los arquitectos constructores romanos desde el siglo IV d.c. en adelante se veneró la memoria de los Santos Mártires y sus herramientas: sierra, martillo, mazo, compás y escuadra, los que fueron convertidos en signos simbólicos con mensaje alegórico. Esas mismas herramientas junto a una corona y a la imagen de un perro y un lobo que rehusaron comer sus cuerpos y que los defendieron de otros carniceros, constituyen la insignia de los santos. San Jerónimo en sus escritos ya se refería a los cuatro coronados.[4]

Los gremios de carpinteros adoptaron también a los cuatro coronados como sus Santos Patronos. Gran parte de los edificios de la época se construían con madera. Actualmente en muchos Estados de Norte América se sigue con esa práctica. En California, por ejemplo, ahora se usa el aluminio para la estructura de los tijerales para evitar el azote de las termitas que encarecen el seguro y acortan la vida de las viviendas.

El oficio de Jesús en la versión griega del evangelio de Juan es expresado como constructor o tekton hijo del Gran Arquitecto o Archie Tekton. La versión de los evangelios sinópticos[5] le atribuye a Jesús el oficio de carpintero y bien pudo ser porque la construcción de templos y palacios en aquellos días era también de madera o por la influencia del mito védico de Agni, el fuego Ungido, el hijo del leñador carpintero Twasti y de la virgen madre Maya.



[1] La tradición católica incluye además al ayudante de Castorio de nombre Simplicio,
[2] Región del Danubio medio en Hungría.
[3] Colegio de Constructores Romanos que desde la iniciación gnóstica cristiana concedida por Juan, asumieron para si el nombre de Sacro Colegio de Arquitectos Romanos.
[4] San Jerónimo cuyo nombre completo es Sofronio Aurelio Jerónimo es autor de la conocida versión latina de la Biblia nombrada como "la Vulgata"
[5] Los evangelio canónicos cuyos autores se desconocen pero que la tradición católica nacida en el siglo IV acredita a Mateo, Marcos y Lucas, constituyen los evangelios sinópticos que los exegetas de la escritura encuentran como producidos por una misma escuela redaccional y que en su desarrollo textual entre cruzan elementos informativos aportando una historia muy similar.

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