domingo, abril 24, 2005

Un sacerdote catalán fue el «ideólogo» del Archivo de Salamanca, según Preston

Joan Tusquets recopiló documentos sobre los masones y llegó a ser confesor de Carmen Polo

Ayer se inauguró en Barcelona un ciclo de conferencias sobre la aproximación anglosajona a la historiografía del siglo XX, con la participación de los historiadores Casilda Güell y Paul Preston. Este último adelantó uno de los capítulos sobre su esperado nuevo libro que tratará sobre los verdugos y las víctimas de la represión franquista, concretamente la «contribución catalana a la difusión del contubernio judeo-masónico-bolchevique» a partir de la figura de un sacerdote llamado Joan Tusquets. Se trata del hombre que puso las bases de lo que hoy se conoce como Archivo de Salamanca.

Víctor Fernández

Barcelona- Joan Tusquets era, en los años de la II República, un joven sacerdote catalán, hijo de un amigo del político Francesc Cambó, quien se interesó por la masonería y renegó del franquismo. Tío de Óscar y Esther Tusquets y fundador de la editorial Lumen, a Tusquets se le debe, según explicó ayer Paul Preston a este diario, la creación del mito del contubernio judeo-masónico-bolchevique, «una de las excusas de la derecha para justificar el odio y la represión contra la izquierda». Según el hispanista, Tusquets comenzó en los años veinte «a estudiar sectas como el teosofismo, interesándose pronto por las sociedades secretas, entre ellas la masonería».

Poco tiempo después, en 1932, el religioso publicó un libro que, como señaló Preston, «fue un “best-seller” de aquella época». Se trata de «Orígenes de la revolución española», donde Tusquets establece las bases de que el Estado formado tras la caída de Alfonso XIII estaba dominado por «judíos, masones y republicanos de izquierda», teorías muy bien acogidas por los sublevados de julio de 1936.

Un cura espía. Preston explicó que Tusquets no dudaba en espiar a las logias masónicas para conseguir la información para sus libros. De esta manera inicia la construcción de un fichero en el que se exponían los nombres de los masones españoles. Se trata de una labor que fue creciendo gracias a las requisas documentales del ejército de Franco durante la Guerra Civil, llegando a construir una base de datos que pasaría de 5.000 a 30.000 fichas, base de lo que hoy es el Archivo de Salamanca, donde se guarda el trabajo de Tusquets. «En sus libros, el religioso catalán acusaba a determinados políticos de ser masones, aunque eso no quiere decir que sus afirmaciones fueran acertadas», dijo Preston, quien expuso cómo Tusquets se equivocó con dos nombres, Niceto Alcalá-Zamora y Francesc Macià, «políticos que siempre se consideraron muy católicos».

Entre las equivocadas denuncias del «archivero», destaca la que recayó en la que fuera diputada socialista Margarita Nelken. «Ella aparece en el fichero de Tusquets, denunciada por judía y por estar en la masonería, cuando existían pocas mujeres que pertenecieran a alguna logia», comentó Preston, recordando que «cuando Nelken se exilia en Francia y en México, en España la procesan en ausencia gracias a la labor de Tusquets». Preston cree que «si la represión se basaba en ese fichero, difícilmente se tiene que descartar su influencia en los juicios contra la izquierda».

Joan Tusquets escapó de España al iniciarse la guerra tras ser amenazado por la FAI. Después de llegar a la Italia de Mussolini, volvió a su país para trabajar primero junto al general Mola y después al lado del general Franco en Burgos. Tusquets llegó a convertirse en confesor de Carmen Polo, labor que alternó con la construcción del fichero antimasón. Según Preston, «cuando acaba la guerra, Franco le ofrece puestos importantes, pero él decide retirarse. Creo que cuando regresó a Cataluña se horrorizó con la represión, por lo que se retiró a su labor religiosa».

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