viernes, abril 15, 2005

Tiempos de transformación

Los tiempos que corren son tiempos de transformación, tiempos de profundos cambios que afectan la vida en todos los sentidos. En lo material, el hombre parece abocarse más al disfrute de las formas externas de la existencia que a las formas profundas y trascendentes del Ser; pero en cambio, otros hombres asumen que la vida espiritual no solamente tiene sentido, sino que es de hecho la única modalidad mediante la cual expresan sus valores profundos, valores y conceptos que contribuyen a construir los principios universales en que se sustenta nuestra Orden Masónica. Valores que, por su naturaleza y finalidad, siempre estarán vigentes en la consciencia de los espíritus elevados y que nuestra Orden está obligada a preservar y a hacer valer ahí donde sus miembros se encuentren, ya en la vida académica y científica o ya en la social, profesional y política.

Pero tales cambios, tan anunciados por la transición de siglo y de milenio y por la llevada y traída globalización, si bien son irrenunciables, no necesariamente son todos convenientes a la naturaleza de hombre, a la integridad de su familia, de la sociedad y del Estado. Por ello, los nuevos escenarios que al ser humano le plantean los paradigmas emergentes deben ser cuidadosamente revisados a la luz de los principios masónicos que, por su naturaleza humanista, garantizan el bienestar del hombre no solamente en lo material, sino esencialmente en lo espiritual y moral.

Cuando la tecnología informática, cuando la apertura comercial y cuando la globalización plantean nuevos retos y desafíos nunca antes vistos, se hacen necesarios los principios y los postulados de modo que las conductas de los individuos y de las organizaciones se mantengan dentro de aquéllos parámetros éticos que por su probada eficacia y por su universalismo, son capaces de mantener la cordura en el marco de la libertad, la igualdad, la fraternidad y la tolerancia, principios que indudablemente han demostrado ser capaces de conducir a la sociedad humana por los senderos de la armonía y de la concordia.

La Masonería, lo sabemos todos, es escuela de filosofía moral para la práctica de las virtudes; definición un poca vaga para las actuales circunstancias, pero ningún masón bien nacido ignora que su misión fundamental, ayer, hoy y siempre, ha sido la construcción de un modelo de hombre con calidad humana, y siendo los cimientos masónicos la Moral Universal y la Ley Natural, dictadas por la razón y definidas por la ciencia, reconociendo al Ser Supremo sin admitir más diferencia entre los hombres que el mérito y el demérito y negándose desde tiempo inmemorial a rechazar a los hombres tan sólo por sus creencias u opiniones, la Orden Masónica posee, en consecuencia, los elementos necesarios para contribuir a la edificación de un arquetipo humano, si no ideal, si consciente de su perfectibilidad y que para nosotros se halla representado por la figura simbólica del Maestro Hiram Abif.. Como escuela de filosofía moral, entonces, la Francmasonería posee los elementos fundamentales para hacer
que el hombre contemporáneo pueda enfrentar los tiempos por venir, seguro y confiado de que nuestros principios constituyen el mejor estandarte para transitar por el trayecto de los tiempos venideros.

Por otro lado, en la Orden Masónica estamos plenamente conscientes que el hombre ha logrado conquistas extraordinarias en la ciencia y en la tecnología, llegando a penetrar aquéllos derroteros que tradicionalmente estaban consagrados únicamente a los dominios de lo divino. La genética empieza a dar visos de logros maravillosos, pero logros que no obstante ello, le plantean al hombre nuevos problemas éticos. En lo económico y en lo social y político, vemos que la miseria y la pobreza se asoman como jinetes apocalípticos que amenazan con romper el orden social. Los contrastes que esto plantea, avances y retrocesos en lo material, se ven acremente empeorados por el hundimiento del ser humano en los nuevos cauces de los vicios y de las pasiones, de las insatisfechas ambiciones, de la corrupción, de la impunidad jurídica, de la inseguridad social y del desempleo.

Triste paradoja aquella que nos hace ver que mientras una parte de la humanidad avanza en lo material, ceja por otro lado en lo espiritual. Ante este panorama, las religiones oficiales, lejos de unir al hombre, lo desunen y desbandan argumentando que cada una de ellas es poseedora de la verdad absoluta. La Orden Masónica, en cambio, asume que en principio no posee la verdad absoluta, pero si el principio fundamental para llegar a ella, y empieza por adjudicarse la TOLERANCIA como uno de los cimientos fundamentales que habrán de sustentar y consolidar el Edificio de la Sociedad Humana, unido por la argamasa de la Fraternidad, de la Justicia, de la Libertad, del Progreso y de la Concordia.

Asumamos que los tiempos de transformación que cursan deben estar animados por los principios masónicos, pues de lo contrario todos corremos el peligro de sumir a la humanidad en abismos de perdición moral. Por ello, quiénes peroran con supina ignorancia que ¿qué hace la Masonería? debieran en cambio preguntarse con seriedad ¿qué hacemos los masones? y entonces tendremos que concluir que corresponde a los Masones la responsabilidad de sembrar nuestros principios, justo ahí donde nos desempeñamos cotidianamente, lo mismo en la oficina pública o privada que en la escuela, en el banquillo del maestro sincero y humilde o en la cátedra del universitario, en la industria, en el desempeño profesional, en la empresa, en los partidos políticos, en las organizaciones no gubernamentales, en los puestos de poder desde el Estado, en fin, en todos los ámbitos en donde exista un masón, ahí debe imperar el grito razonado y argumentado que contribuya a dar Luz, a enseñar nuestros principios y
postulados, pues recordemos siempre que “la Masonería comienza su obra en los hermanos y por consecuencia lenta, pero eficaz y profunda, la termina en la sociedad profana”.

Por ello, los masones pensamos que poseemos la estructura ética, liberal y libertaria, humanista y progresista, ecuménica y espiritual, justamente necesaria para contribuir al Gran Ideal de James Anderson, el cual soñaba que era perfectamente posible unir a los hombres en un espacio denominado LOGIA y en el cual los hombres de distinto credo y convicción, raza y condición social, pudieran unirse en un abrazo fraterno.

Unámonos a la Gran Cruzada de la Francmasonería Universal y apoyemos los esfuerzos de nuestros dirigentes, siempre que éstos apunten al engrandecimiento de nuestra Orden y al Progreso Universal.

Origen: "LA ESCUADRA Y EL COMPAS" - Organo de difusion de la Respetable, Digna, Animosa, Constante y Centenaria Logia Simbolica "CONCORDIA" No. 1 - Oriente de Xalapa, Veracruz, México

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