sábado, abril 30, 2005

LA MASONERIA VIVA

FERNANDO TREJOS

No nos cabe duda que en Occidente ha sido la Masonería la más directa y verdadera depositaria de los ritos, símbolos y misterios de la tradición hermética y por ende que constituye una auténtica rama viva de la tradición primordial.

Los orígenes y devenir históricos que quedan expuestos a lo largo del presente número de SYMBOLOS (Nº 13-14 'Masonería', Guatemala 1997) demuestran un claro ligamen de la orden masónica con las diversas formas tradicionales que conformaron las bases y los aspectos más esenciales de la cultura occidental.

Es cierto que la mayor parte de logias y obediencias masónicas que se multiplicaron a lo largo y ancho del planeta desde el siglo XVIII han sido influenciadas desde entonces por diversas corrientes propias del mundo moderno que las han desviado de su objetivo primordial –la búsqueda incesante de la Unidad, es decir, la Verdad y de su tarea fundamental: la construcción de un templo universal basado en ideas arquetípicas heredadas de la tradición unánime y el depósito y la transmisión de los ritos y símbolos que constituyen los soportes necesarios para que los miembros de la Orden puedan efectivizar una verdadera iniciación o transmutación que les permita identificarse con aquellas ideas universales que siempre confluyen en un Centro interior del que la Orden es reflejo vivo. Pero también es cierto que en estos siglos "de oscurecimiento creciente" se han logrado mantener algunos masones que habiendo comprendido ese alto ideal y teniendo siempre que luchar contra corrientes modernas –que pareciera tienden a arrasarlo todos han logrado sin embargo conservar el verdadero espíritu masónico y por lo tanto dar vida a esos vehículos simbólicos del Arte Real que pueden conducir por la inefable senda de los Misterios. De Le Tuileur de Vuillaume, París 1830

La existencia de logias y obediencias que no se separan de la vía iniciática y que comprenden la trascendente misión que están llamadas a cumplir, es lo que nos permite suponer que la Masonería está viva; que a pesar de los múltiples ardides del enemigo no ha sucumbido; y que existe una verdadera Orden interior que necesariamente sembrará los cimientos sobre los que se edificará el nuevo mundo –hombre nuevo– que renacerá de las cenizas venciendo a la muerte y entretejiendo la tierra con el cielo, es decir haciendo interactuar la escuadra y el compás.

La mayor parte de las logias masónicas que pululan sobre todo en Occidente ignora totalmente su origen, su esencia y su misión. Hay que recordar que desde que se organizaron las primeras logias modernas de Inglaterra ya se vieron fuertemente afectadas por ideas racionalistas –y en el fondo materialistas que las alejó de sus orígenes fundamentalmente iniciáticos e inundó talleres con profanas ideologías y teorías relacionadas con el cientificismo, la visión horizontal de la historia, las miopes ilusiones de evolución y progreso y el humanismo personalizado e individualista. También sucedió que muchos hermanos masones deseosos de impedir que se perdieran los conocimientos esotéricos de la Orden se vieran infelizmente atraídos por corrientes en boga de carácter teosofista, espiritualista y ocultista que tergiversando el sentido verdaderamente interno y espiritual de los ritos y símbolos trajeron a los talleres energías psíquicas inferiores sustituyendo los caminos que conducen al Misterio por oscuras sendas caóticas plagadas de "fuerzas" y "poderes" tan ilusorios como destructivos. Por el carácter libre y autónomo de las logias, y por la posibilidad que tienen los masones de trabajar a cubierto de las indiscreciones, sin que haya ninguna "entidad" superior que supervise los trabajos, siempre ha sido posible que alguna logia determinada, ignorante de los principios esenciales de la Orden, pueda caer, como han caído tantas, en aberraciones y desviaciones de toda índole. Así, ha sido frecuente que los talleres masónicos, por no saber cual era su función, se dedicaran a actividades profanas y extramasónicas de todo tipo: muchas veces las logias se abocaron a estudiar las ciencias, las artes o la historia con esa visión racionalista que lógicamente les impidió reconocer los aspectos sagrados de los trabajos masónicos y los orígenes espirituales, míticos y metafísicos de la Orden a la que decían pertenecer; otras, muchos masones, creyendo que la labor que debían cumplir era de tipo humanista y social, utilizaron los talleres como plataforma política, como centro de influencias y poder profano, como instituciones de beneficencia, y hasta como especie de clubes sociales, reunión de amigos o centro de negocios. No es que creamos que esté mal realizar este tipo de actividades, pero hacerlo en nombre de una Orden –la única en Occidente– cuya función primordial, como hemos dicho, es la de servir de depósito a las ideas tradicionales y la de transmitir el conocimiento cosmogónico y metafísico que estas ideas comportan, ha logrado que la Masonería sea conocida hoy día, en términos generales, no por su función trascendente, sino por este tipo de actividades que no han hecho otra cosa que desprestigiarla más y más, sembrar el desorden, la división y la confusión y hacer creer –muchas veces a los propios masones ignorantes de su papel– que la Masonería es eso.

Y la desviación ha sido de tal magnitud que hoy día han salido a la luz pública las actividades de verdaderas pandillas que diciendo trabajar en logia han fraguado en sus reuniones sacrílegas toda clase de conspiraciones, complots y fraudes, causando enorme desprestigio a la Orden a la que estos individuos verdaderamente nunca pertenecieron. Es bien sabido que sobre todo durante el siglo pasado y la primera mitad de éste, salieron de las logias diversos movimientos políticos y muchos presidentes y gobernantes (casi siempre de pensamiento liberal) cuyas ideologías y estrategias fueron fraguadas en el interior de un taller masónico. El movimiento intelectual que produjo la independencia de América de los países europeos se realizó en logia; y casi todos los libertadores de ese continente (Bolívar, San Martín, Washington, Morelos, etc., etc.) fueron masones. Hoy algunos hermanos creen –pues ignoran otras posibilidades que el tipo de actividad a realizar durante los trabajos de la logia pueda consistir en dictar discursos recordando esas ideologías y vanagloriando los nombres y hazañas de los hermanos mayores históricamente destacados en la política, las artes y las ciencias profanas. Otros, en vista de la pérdida de poder político que han sufrido las logias en los últimos años, han desviado los trabajos hacia obras "culturales", sociales y de beneficencia. Es sabido que en Norteamérica, por ejemplo, la mayor parte de las logias se han convertido exclusivamente en simples instituciones benéficas que "altruistamente" financian hospitales, escuelas y universidades.

Actualmente, además, tal vez una mayoría de logias se encuentra, por pertenecer a determinada obediencia (que tiene correspondencia con tal o cual Oriente europeo), en una absurda división, en una sórdida lucha en la que se tildan unas a otras de "irregulares" o "regulares" según parámetros de tipo burocrático que llevan hasta los extremos de dar o impedir la entrada a un hermano según si su logia esté enlistada en un determinado folletín al que dan carácter de oficial y donde los antiguos usos y costumbres brillan por su ausencia.

En esas logias se ignora lo que es un masón y lo que es la Orden.

La verdad es que una logia –por silvestre que parezcan es verdadera, si en su seno se realiza el rito con perfección y conciencia; si existe una transmisión regular de las palabras y fuerzas interiores que desde antiguo se transmiten ininterrumpidamente; si los hermanos guardan el verdadero secreto, cultivando el silencio interior; si los asuntos de índole individual y las problemáticas sociales o económicas y todo tema de carácter profano se logran mantener, como corresponde, junto con los metales, fuera de las puertas del templo; si sus miembros comprenden su misión y su función y se abocan, como tarea principal, a estudiar y practicar las Artes y las Ciencias que la Orden enseña.

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